Debería

A veces llega un momento en la vida en el que hay que tomar un nuevo rumbo. Es necesario ser fuerte cuando llega este momento, porque no siempre es fácil. Hay que dejar atrás sensaciones familiares, cosas, o quién sabe, tal vez personas, a las que estamos muy acostumbrados. Hay que romper con toda una etapa de la vida. Es duro dejar atrás viejas y queridas caras conocidas.

Desde todos los rincones me miran esas caras de siempre. Ese oso de peluche, aquella foto, esa flor que cogí en aquel jardín, y que dejé secar con cuidado, esa canción que suena inoportunamente, ese reloj sobre la mesa, esas pulseras que llevaba la última vez que recibí, huraña, tus besos.

La vida continúa, y aunque de momento duele mucho mirar atrás -atrás está tan cerca todavía-, pronto las aristas hirientes de los recuerdos se van difuminando en el tiempo transcurrido. Las miradas se borran, las palabras se las lleva el viento, y solo quedan fragmentos inconexos prendidos en la memoria; una sonrisa, una caricia, un gesto. Eso también se borra, después.

Es cuando se termina el dolor. Y entonces, tan tonta como siempre, entonces... Entonces es cuando comienzo a echarte de menos otra vez.