Todo alrededor se cae

Sigo perdiendo la batalla, no encuentro la salida, la salida hacia el olvido. No está señalizada y es complicado dar con ella. Le preguntaré a mi corazón, puede que sepa la respuesta, y mientras lo hago, cierro puertas y ventanas futuras, para así cuidarme en salud. Pestilleras de doble llave y candados blindados pongo a este maltrecho AMOR. Supongo que no me sorprenderá a menos que le permita entrar de nuevo. Ahora dicto las reglas, manejo la situación y marco una táctica y estrategia. Ilusa de mí, si creyese que puedo manejar esta pantomima!!!, me permito la licencia de carcajear, pues no deja de ser paradójico y cómico a la vez. ¿Como ser estratega de algo que desconozco y que apenas he rozado?.
Hoy tampoco supe de él. Quizás se esté haciendo de rogar, quizás espera que de un paso y avance hacia el destino que acecha, quizás tiene miedo a conocer y reconocer lo que siento por él. Sin duda, le estoy dando demasiadas pistas. Puede ser que mi careta se haya desvanecido y haya dado paso a la claridad de mis ojos reflejados en los suyos. Q idiota soy!!!, como pude dejar traspasar mis sentimientos, ahora estoy perdida, aniquilada. No me quedará nada de él, ni tan siquiera su rastro, se irá con el sol del atardecer y tornará de color mi esperanza. Aquella q se tiñó de gris azul el día en el q le conocí. Creo q es tiempo de despedidas y de bajadas de telón. Me puede este entreacto, mi corazón palpita fuertemente y se avanzan aplausos de un final aterrador. Debo estar preparada, como cualquier actor q despide su actuación. Porque en eso se ha convertido, en una magistral actuación, manchada por lágrimas de dolor. Renaceré de todas maneras, ya me acostumbro a ello, pero no sé si mi ajado cuerpo soportará otra decepción. Confío en el destino, ya no vivo en presente, ya no es el mejor estado anímico q existe. Mi amor, mi amigo, mi consciente y mi inconsciente me dicen adiós. Sacaré la chistera y me engalanaré para despedirme tal y como se merece. Gracias por estos maravillosos meses, por tantos susurros al oído, por tantas miradas de complicidad, por saber estar y NO estar, por bailar conmigo en la oscuridad y no confundirte con mis torpes pasos de baile, en definitiva, por haber rozado por un instante la FELICIDAD.