La nada

Acaba de marcharse uno de esos amigos del alma, de los pocos a los que abro y cierro el corazón. De esos que me escuchan aunque no lo parezca, de esos que se acercan a ti de frente y no por la espalda, de esos que no cierran sus ojos a mi realidad. Le comentaba que paso por un estado de ánimo que ni yo misma soy capaz de explicar. Que vivo una realidad ajena, de prestado, que habito en la NADA. Todo alrededor mío carece de importancia, mi gente, mis amigos, el mundo y cómo no, yo misma. No sé traducirlo en palabras porque no se adjetivan las cosas que simplemente no pasan, y ese es mi día a día, un enorme y rotundo cero patatero.