El hombre que amo

Me llamo Laura, tengo treinta y tres años, y hasta hace poco, dependiente en amores y con una vida en ruinas. Esa dependencia dejó anclados mis sentimientos, sin permitirme apenas respirar y disfrutar de la libertad del amor. Valoraba la estabilidad sentimental a bocajarro y de tal forma, que no dejaba entrever q lo más importante, es la libertad para saber querer y amar. Esa independencia que nos hace libres, puros y honestos de sentimiento. A día de hoy puedo decir que me he zafado de esa esclavitud, que vivo a diario este irreverente pero escondido sentimiento, irreverente por lo desconocido, por ser promiscuo de experiencias nuevas y por sacudir mi alma tan fuertemente..., escondido porque solo me pertenece a mí y así quiero que permanezca. Al fin me encuentro desnuda, sin revestimientos del pasado. Predispuesta a dejarme llevar, a permitir que me amen y no planificar nada de antemano. Creo que el presente es el mejor estado anímico de cualquier ser humano. Presente para vivir y presente para soñar, aunque yo vivo en una realidad de ensueño constante. Resulta difícil explicar con los ojos del alma, de mi alma, como es el hombre al que amo. Mi vocabulario se hace tosco y mis ojos se emocionan al pensarlo, al recordarlo, al mencionarlo. Quizás porque la sensibilidad me embarga y el teclado no es capaz de recoger todo este arco iris de colores que recorre mi cuerpo. Simplemente voy a cerrar los ojos, y dejarme llevar por el recorrido de su silueta, por su mirada perdida y encontrada en la mía y así, contarles como y cuando le conocí.
Dicen que la música amansa a las fieras, pues bien, yo hace unos meses necesitaba constantemente música en mi vida. Supongo que reclamaba tranquilidad , ya que no pasaba por una de mis mejores etapas. El ser una devoradora de melodías y acordes me ayudó a reconocer unas líneas que tenía olvidadas hacía ya tiempo. Líneas tristes pero sentidas de una canción que en su día tarareaba con frecuencia. Todo en esa noche parecía premonitorio. El frío del invierno que existía en mi habitación y habitaba desde hacía ya tiempo en mi corazón, y el dolor de aquella persona que pedía a gritos ser escuchada. Como siempre, fui arriesgada, me atreví a abrirle una ventana en aquella mi oscura guarida y hacerme la interesante siguiendo los párrafos que faltaban. Esa melodía nos unió en un fuerte y seguro hilván en el tiempo y en nuestros corazones, o al menos en el mío. A día de hoy (tan solo 6 meses después), recuerdo ese día como si fuese ayer. Mantuvimos una larga y amena charla. No hizo falta reconocer que al otro lado existía un ser con las mismas carencias afectivas que las mías, pero en definitiva, alguien de verdad, sin máscara. Nos despedimos tarde y a destiempo, porque yo necesitaba más. Cerré la ventana a desgana pero con la certeza de q volveríamos a encontrarnos. Y así fue, abrí mi correo y me sentí de enhorabuena. De nuevo me colmaba con sus palabras a modo de dardos, directas al corazón.. Por primera vez en mucho tiempo no me sentía sola. Sabía que había valido la pena confiar en el destino y en mis artes premonitorias. A partir de ahí se sucedieron muchas noches de insomnio e infinitas y gratificantes charlas. Aquel hombre dolorido y anónimo se había convertido sin yo quererlo en un completo conocido en mi vida y parte importante de mi día a día.
Si quieres escucharlo a viva voz, en la maravillosa voz de Tanáis Javega...aquí tienes el enlace:
http://www.miconexion.com/~nochelobo/fonoteca.htm