Little miss sunshine o la oda a la diferencia

Echaba de menos desde hace algún tiempo, una película de este tipo, sencilla, fresca, disparatada y conmovedora. Little miss sunshine no es sólo una película de entretenimiento, es más, me atrevería a decir que es la Oda a la diferencia. Si nos lo proponemos, todos y cada uno de nosotros nos podríamos ver identificados en cada uno de los prototipos que nos ofrece el film. La famila Hoover, compuesta por el padre, Richard, más parecido a un telepredicador que nos indica los nueve supuestos para lograr el triunfo en la vida, la madre, Sheryl, el punto de cordura y en la que se apoyan los demás personajes, el abuelo, un provocador nato adicto a la heroína y también a su nieta a la que adora, el hijo, Dwayne, seguidor de Nietsche y en voluntaria huelga de silencio, el tío, Frank, un suicida fallido, gay y estudioso de Proust y por último la rechoncha, gafotas y adorable Olive, que sueña con ganar el concurso de belleza infantil Little Miss Sunshine. Estos son los ingredientes suficientes para que durante la hora y cuarenta minutos que dura la película nos encontremos envueltos en un sinfín de situaciones absurdas a modo de road movie que terminarán por cautivarnos. Apoyada en un excelente guión y avalada por festivales como el de Sundance, llega a nuestras pantallas una ráfaga de aire fresco con un mensaje muy claro y bien definido. Leyendo una de las críticas, me quedo con una frase, que engloba el sentimiento de la película : Si la furgoneta no arranca, empuja...haz lo mismo con tu vida.