El frio invierno golpea mi piel,
sacude con violencia mi alma,
saca heridas taponadas con sal y arena.
No me queda nada,
vacía de recuerdos,
repleta de silencios,
colgada de los hilos del rencor.
Por un instante, fui tierra húmeda,
fértil de emociones,
regada con el agua del sol.
Hoy, mis desiertos labios,
mi árida esperanza y mi reseca vida,
se pierden,
allá donde el río va dejando su caudal.
No tires de mí, te lo ruego,
dejame surcar las aguas del desánimo,
naufragar en las llagas del dolor
y centrarme en mi derrota,
porque me aguarda un duro
pero certero final.
AZUL SERENO


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