Con frecuencia subo a lo alto de mi azotea y observo como las sombras invaden la ciudad. Es entonces cuando comienza la lucha del hombre contra la noche, la guerra de la luz artificial contra la natural oscuridad. Contemplo como se van encendiendo las farolas del alumbrado público, las luces de neón de los bares, los faros de los coches, las ventanas de los edificios. Sobre todo me gusta el resplandor de estas últimas, escaparates de historias, expositores de mundos. Imagino el nombre, el rostro, las ilusiones de las personas que han encendido esa luz. Dejo volar mi mente inventando sueños, construyendo aventuras cuyos protagonistas son los habitantes de mi ciudad, de mis edificios, de mis ventanas iluminadas...
Pero, un momento... ¿ese eres tú? ¿ese que se pasea por el salón tras un cristal de los del edificio de enfrente? Sí. Eres tú. No podías ser otro. Entre miles de hogares tenía que fijarme en el tuyo. ¡Qué guapo estás!. Siempre lo has sido. Con ese aire a mitad de camino entre niño desprotegido y anciano prematuro, el mismo que hace que aún me entren ganas de abrazarte cuando tus ojos se pierden en el vacío, queriendo decir que el dolor de hoy forma parte de la felicidad de ayer. Que ese había sido el trato. Deberías haber leído la letra pequeña.
Pero te veo distinto. Te ha crecido el pelo. Te ríes más que ayer. No veo tus viejas heridas. Sólo atisbo cicatrices que recuerdan que has sufrido. Siempre te quejabas de haberte equivocado de andén, de no llegar nunca al lugar adecuado. Seguro que has subido ya al tren correcto. Ánimo. Esta vez no tendrás que bajarte en la próxima estación. Te lo dice alguien que ha dormido en muchos vagones...
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Citas Célebres
viernes, 3 de agosto de 2007
OBSERVANDOTE
Publicado por la mirada del alma en 19:52
Etiquetas: mis pensamientos
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